Haureu vist que estam publicant petits escrits d’un cubà especial.., especial per la seva visió crítica, molt estudiada i revisada, sobre la vida i el règim de Cuba.
No estam necessàriament d’acord amb les idees que expressa, però les consideram molt interessants.
Va escriure una sèrie de novel·les que, per la manera de publicar la revista ens és impossible de posar a la web. Perquè vos pugueu fer una idea del personatge, aquí teniu una..
..NOTA DE L’AUTOR.., SOBRE L’AUTOR
Jorge C. Oliva Espinosa, La Habana, 1936, participà a la lluita contra la dictadura batistiana des de les files del Movimiento 26 de Julio. Es graduà d’Enginyer Industrial i va ser, des de 1965, Profesor de la Universitat de La Habana. Li va ser publicada a Espanya, (Editorial Plaza & Janés, 1998), la seva primera novela: “EL TIEMPO QUE NOS TOCÓ VIVIR”. Aquesta obra testimonial i biogràfica, va ser manipulada per persones sense escrúpols que l’anunciaren com a obra dissident, escrita per un heroi ja mort de la Revolució cubana. La impostura va arribar a l’extrem de presentar el nom complet de l’autor com un pseudònim usat pel suposat heroi. Aquesta novel·la, traduïda als idiomes corresponents, s’edità a França i Alemanya (Hachette Editions i AufBau Verlag 1999). El Centro Nacional de Derechos de Autor (CENDA), en dictamen a l’efecte, es pronuncià a favor de la veritat.
Alguns petits contes:
EL GRAN MAESTRO
Les enseñó a escalar montañas y cuando aprendieron, prohibió el alpinismo.
MIMETISMO
He sido su compañero cercano y lo he acompañado desde siempre, en todas las circunstancias. Por el tono de su voz, conozco el estado anímico que le embarga y lo comparto con él. Me he adaptado a sus costumbres, sus gustos, sus comidas. De tanto frecuentar su trato, hay quien dice que poseo rasgos de su carácter. Eso no tendría nada de extraño, si yo fuera su igual. Pero… es que soy un perro.
VANA PRETENSIÓN
Por imitarlo en todo, se pulió y fraguó alianzas muy convenientes. De esta forma, copió su aspecto y brillo, ya que no podía igualarle las otras virtudes. Pero el tiempo, autoridad inexorable, metió baza y su impostura quedó descubierta. Nadie se engañó con él. Y siguió siendo cobre, sin lograr su deseo de pasar por oro.
COSTUMBRE
Al elefante, desde pequeño, lo acostumbraron a estar atado por cadenas a una estaca hincada en el suelo. Sus infantiles esfuerzos no eran capaces de librarlo. Cuando creció y tuvo fuerzas suficientes para ello, ya conservaba en la memoria sus anteriores y frustrados intentos. Con la misma estaca, ya inservible, lograban mantenerlo cautivo. Al indio, al negro y a la mujer, le hicieron lo mismo.
BÚSQUEDA
Dios anunció haber escondido la Felicidad en un lugar bien recóndito y que todos debían emplear sus vidas en buscarla. Fue así que algunos la persiguieron amasando riquezas, otros en placeres trataron de encontrarla, y hasta hubo quienes la creyeron oculta tras la fama y el poder. Muy pocos miraron dentro de sí mismos y fueron felices.
PROFESÍA
El día que aparezca la verdad, surgirán quienes no la acepten, la nieguen y combatan. Esos serán entonces los rebeldes. Ellos, inconformes, seguirán buscando…
OCULTA
Deseando poseerla, cada quien la buscaba en lugares diferentes. Algunos, cuando la encontraban, se negaban a reconocerla y seguían buscándola. No pocos se consolaban con imitaciones de fantasía y procedían a proclamar, ufanos, la legitimidad de éstas, tildando de apócrifas las restantes. Así permaneció, codiciada y virgen, bella y cruel, la Verdad.
ESPERANDO
Esperando se llamaba y vivió esperando. De espera en espera su vida consumió. Su niñez de penurias le hizo esperar juguetes que nunca llegaron. Después, en la paupérrima escuela, se puso a esperar los timbres del receso; y entre timbre y timbre, fue aprendiendo. Aprendiendo a esperar… Y salió al mercado del trabajo en busca de empleo y siguió esperando. Entonces esperaba la hora que marcara el término de la jornada, jornada de sudor y espera, espera del pago. Y fue un continuado posponer de sueños, entre pago y pago, esperando adquirir lo soñado. Y envejeció esperando… Pasó mucho tiempo en espera de un cargo más importante, que nunca llegó. Luego esperó la hora del retiro, del descanso ansiado, después de consumir años en espera agobiadora. Hoy, Esperando, desde su sillón de jubilado, espera pacientemente la muerte. Ha comprendido, ya en vano, que la vida no es más que un esperar de lo que nunca llega. En este momento, sabe que la muerte llegará y él no la verá. Es decir, espera inútilmente.